Para poder cumplir la meta del Acuerdo de París (AP) y poder limitar el calentamiento global en no más de 1.5º C, por sobre los niveles pre industriales, se requiere que las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) se reduzcan en un 50% comparado con los niveles actuales, para el año 2030, y que las emisiones netas sean “nulas” al 2050.
Para alcanzar esta meta se requiere una rápida, costo-eficiente y coordinada acción de todos los sectores de la economía global.
Compañías, incluyendo bancos e inversionistas, están bajo presión para llegar a ser “net-zero”. A nivel país, también se pueden ver metas para alcanzar la carbono neutralidad, incluyendo el reciente anuncio de China, que necesitara de compensaciones de carbono para alcanzar su meta de carbono neutralidad al 2050.
Un reciente estudio (Scaling Voluntary Carbon Market, liderado por Mark Carney, ex Governor del Banco de Inglaterra, indicó que la demanda en los mercados voluntarios (MVC) alcanzó los 71 millones de toneladas de CO2e en 2019, con un crecimiento anual de un 34%, una ínfima cantidad de las 2 giga toneladas necesarias al 2030, para una carbono neutralidad. El MVC representa un 0,1% del mercado regulado global.
Dentro de las fórmulas para alcanzar estas metas se encuentran, en primer lugar, las medidas internas y costo eficientes, que les permitan, a las empresas y/o países, reducir internamente sus emisiones de GEI. Luego de haber realizado sus mejores esfuerzos para reducir sus emisiones, y respecto de aquellas emisiones que no son costo eficientes y aquellas denominadas “inevitables” para el funcionamiento de ellas, pueden recurrir al MVC, en donde se pueden comprar reducciones de emisiones de GEI, denominadas comúnmente “Voluntary Emission Reduction (VERs)”, provenientes de proyectos que reducen emisiones de GEI y que pueden ser agrupados, básicamente en dos tipos de proyectos, a saber, i) proyectos de reducción y/o que evitan emisiones, como podrían ser los proyectos de energía renovable geotérmica, por ejemplo y ii) proyectos de secuestro de emisiones de GEI como, por ejemplo, proyectos de reforestación.
Estos proyectos, junto con reducir emisiones de GEI, también generan varios co-beneficios, como lo son la creación de puestos de trabajo locales, apoyo a las comunidades, biodiversidad, salud, etc.
Por lo anterior, junto a la reducción de GEI, el MVC debe ser considerado como una herramienta estratégica para el cumplimiento de las metas de toda empresa en su “race to zero”.
Para que este mercado funcione correctamente y sea una herramienta creíble, debe cumplir con ciertos requisitos.
El primero de ellos, y pensando que estamos hablando en un mercado global transaccional, es el de los “ajustes correspondientes”, y que responde a la pregunta de donde se hacen efectivas, a nivel país, las reducciones generadas por el proyecto. Si un país o compañía ubicada fuera de Chile compra VERs de un proyecto chileno, se debe entender que las reducciones deban contabilizarse en el país que compró las reducciones. Esto es un elemento que pareciera ser lógico, pero que no siempre es aplicado con estos criterios, y que dicho sea de paso, es una de las razones por las cuales el famoso Artículo 6 del AP se encuentra “estancado” (gentileza de Brasil, que se niega a reconocer este elemental principio).
El segundo de ellos, es el de la “adicionalidad”, en que el mercado de carbono debe ser un elemento determinante para llevar a cabo el proyecto, o dicho de otro modo, si el proyecto puede desarrollarse sin la existencia de un mercado de carbono y los ingresos que percibe de este mercado. Nadie podría afirmar, por ejemplo, que un proyecto de secuestro de carbono, como podría ser un proyecto de forestación desarrollado por una industria forestal, es adicional, teniendo presente que la actividad de esta empresa es, precisamente, plantar bosques. Podrían existir algunas excepciones, pero por regla general, este tipo de proyectos no son proyectos adicionales.
Finalmente, otro elemento a ser considerado es el de los estándares, los cuales, en un mercado internacional y de VERs fungibles, indispensable para entregar una mayor liquidez a los mercado, debe basarse necesariamente en la “integridad de mercado”. ¿Y a que me refiero con esto? A que la naturaleza heterogénea (proyectos de diversa naturaleza) de la oferta de VERs crea un potencial para errores como duplicación de ventas, fraudes, transparencia en los precios, etc. Es necesario desarrollar procedimientos de validación/verificación universalmente aceptados, que aseguren la integridad global de los mercados. De nada sirve que cada actor desarrolle sus propios estándares, justificado muchas veces por experiencias, con base a muchas de ellas traumáticas de la aplicación de los estándares existentes.
No esta demás recordar que estos principios son también aplicable para las compañías que se encuentran desarrollando los planes de “net zero”, “science based target”, “carbono neutralidad” o “carbon negative”.
Solo con mecanismos robustos, universalmente aceptados, podremos avanzar en forma decidida -evitando fraudes y otros inconvenientes- hacia el cumplimiento de la meta que la comunidad científica nos aconseja, que debemos seguir y que se encuentra en el Acuerdo de París, firmado y ratificado por Chile.